Por Alexander Vallejo

En entrevista para el programa Loyola Es Pastoral de la emisora Magis 98.3 FM, la analista académica del Instituto Politécnico Loyola (IPL), Sindy de la Rosa, habló sobre la experiencia personal que ha tenido preparando su tesis para el Diplomado en Teología que cursa en una universidad de Puerto Rico, cuyo tema se centra en "La Pastoral Frente a la Crisis Familiar".

De la Rosa expresó que dentro de su investigación para la tesis le ha tocado conocer sobre los diferentes acontecimientos traumáticos que pasan en la familia, y cómo desde el ámbito pastoral se puede brindar una solución efectiva.

La también locutora radial abordó que dentro de los sucesos que consumen la unidad familiar están la falta de tiempo de los padres para sus hijos, la violencia intrafamiliar y de pareja, el duelo por la pérdida de un ser querido, la necesidad de atender a un familiar discapacitado, el nacimiento de un hijo, entre otros.

Resaltó que en el caso de los divorciados uno de los elementos que más incide negativamente en la crianza de los hijos mutuos es el incumplimiento de la manutención y el poco seguimiento oportuno a los vástagos.

Consideró que es necesario que desde la labor pastoral se dé acompañamiento a las familias que puedan estar pasando por situaciones difíciles, siempre basándose en la palabra de Dios, ya que la misma ofrece múltiples ejemplos de los que podemos extraer moralejas o enseñanzas que son aplicables a los eventos críticos en el seno familiar. Agregó que la pastoral juega un papel importante en beneficio social debido a que si la familia está mal, asimismo lo estará la sociedad, porque ambas van unidas.

Por Julio Pernús, coordinador de radio Magis emisora del IPL

 Es temprano, me dispongo a ir a la radio y veo cómo la destruida calle Barcequillo se vuelve un caos para los miles de sancristobalenses que intentan llegar a trabajar a Santo Domingo. Una buena gestión estatal debería medirse por la solución mínima de problemas claves como el poder tener asfaltada una de sus avenidas principales. Abro el micrófono en la emisora y me dicen que, como en todo el país, el problema solo es resuelto cuando molesta a alguien de la “oligarquía” política, “debemos esperar a noviembre para que venga Abinader”, me refiere la audiencia.  Mientras tanto, todos los demás debemos entrar por la ley de la selva asfaltada donde solo sobreviven los más fuertes y la muerte es un hilo pequeño que puede ser cortado por cualquier motorista a tu alrededor.

 En menos de seis meses he sufrido dos atracos junto a mi esposa.  Sufrimos racismo a la inversa, nos ven blancos y nos asocian con americanos, luego de las seis de la tarde no hay quien camine con seguridad las calles de la provincia. Mis alumnos de la universidad me dicen que cada vez que salen de noche se juegan la vida solo por estudiar. Un oyente llama y le propone al gerente de la funeraria La Esperanza que contrate algún seguridad. El pueblo de San Cristóbal no se siente seguro ni siquiera al salir de velar a sus muertos. Sin embargo, viene otra reforma fiscal para aumentar los impuestos, en el país del Caribe que más invirtió en seguridad en el 2023, y aún así, lo mínimo, como asfaltar una calle o caminar con seguridad por el parque Piedras Viva parece alejarse en el tiempo.

 Termino en el Hospital "Pina", debo decir que solo asistí una vez hace seis meses y la atención fue buena. Pero he podido entrevistar a varios médicos que trabajan ahí y conversar con algunos pacientes y en ellos veo un denominador común: el hospital es la última carta de la baraja. Los médicos tratan una y otra vez de redireccionar a los pacientes a sus consultas privadas y los pacientes se sienten en el "Pina" tratados como pordioseros mientras que el mismo médico en su consulta privada los trata como un rey. Un dueño de un consultorio privado me confirmó un dato que no sabía, el tema es que en el hospital público son pacientes, mientras que –me dijo-  “con nosotros en la clínica son clientes”. Al final el gran bache de la provincia de San Cristóbal es el mismo, el ser indiferentes en las cosas que aquejan a nuestros vecinos porque estamos “a salvo”. Por ahora.